EXPERTA

El orgullo siempre ha tenido una forma extraña de echar de menos. En mi caso, nunca sé cuál de los dos castigos se me hará más largo y, por muy asumido que lo tenga, me sorprendo en cada ocasión. La experiencia te enseña a ser consecuente y te genera una voz interior (muy oportuna normalmente) que dice "ya sabes lo que te espera" mientras sonríes, inútilmente, delante de tu futura ostia.     

Parece que exista la opción de esquivar complicarse la vida, pero la verdad es que cuando ya has reído de esa manera, el único que se cree que todo está bien es tu orgullo. "Yo no me he pillado", suele decir. Entonces, la que se ríe, incluso más que tú, es la experiencia.

Suelo echar de menos una vez cada dos semanas aunque lo admita de mes en mes. Y yo cuando estoy triste no me tomo un quilo de helado a solas en el sofá, reparto litros de cerveza entre los que me quieran acompañar. Por eso tantos cascos vacíos y tan poco calor.


Lia Versarte

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