SÁBADO

Aunque esta vez secase rápido
no logro entender por qué la tormenta.
Tengo la sensación de saber cuándo se puede girar el tiempo
pero eso no me lleva a callar, no me apetece, 
y tampoco podría.
No quiero sumar otro nudo a mi garganta,
ni humedecerme las ojeras,
quiero que seamos capaces incluso cuando no convengo,
porque no siempre es lo mismo,
a veces solo soy hormonas y necesidad de un “te entiendo” a tiempo.
Que luego me recorre la culpa y me falta el diálogo que no tenemos,
aunque hoy agradezca que falte 
por miedo a seguir sin escuchar el “te entiendo”,
a la par que por ver mi parte sobre el reflejo.
La lluvia cae para todos si no hace buen tiempo.

Con lo sensible a flor de piel y lo duro escondido
no pedí la ayuda que acabé recibiendo,
la que agradezco sin voz pero intenté con mil gestos.
Que no llegaron,
que fueron mares para mí y humo para quién los merecía.
Luego aquella gran batalla íntima conmigo misma,
la de olvidar principios para no tener un mal final,
me comió por dentro.
Pero tras un par de lágrimas en un baño grande para una y pequeño para dos,
me sacaste a respirar.
Mientras yo me borré la memoria y me marqué la sonrisa
todo fue bien.
Pero cuando la parte oscuramente decadente de la sociedad golpeó,
mi tórax no reaccionó bien al golpe.
Por eso, cuando quisiste salir del juego lo encajé mal,
tan rota y sensible me vi bailando un baile que no sabía
y haciendo un papel que no era el mío
solo por el miedo a otra noche que no recordarías,
otra que no describirías a nadie de divertida,
otra más de esas conmigo, costumbristamente negra.

Al final hice que la recordaras en el sentido invertido,
hablé en el momento que empatía estaba completamente perdida
y mi razón se había quedado a acompañarla.

No es fácil ser coraza por conseguir una utopía
y que al romperla sutilmente corras en dirección opuesta al hierro.

—Lia Versarte

Comentaris