DISPARADA

Quiero descubrir por segunda vez ese lunar que beso con frecuencia
y susurrarle que la humildad de la inocencia no dura para siempre.
Solo por eso se reta a un maestro con sonrisa vencedora antes de tiempo,
por ansiar ver unos ojos llenos de orgullo previos a demostrar nada.
Ya sabrá qué pasará y a mí eso me dispara.


Quiero quedarme un rato en tu nuca,
desde tu punto ciego no tienes mucho que hacer
y yo siempre enternezco con el sabor de los besos ahí.
Suave y casi puro. Huele a ingenuidad.


Yo que evito envoltorios necesito atraparte cada vez que bajas guardia.
Se desvanece tu tosca fachada y de lejos veo como brillas,
me dispara.
En esos momentos es cuando me recibe tu mejilla.


Tu fuego también me dejaba sentada con la mirada perdida,

como le ocurre a todo el mundo frente a una hoguera.
Me disparaba pero yo no ardía lo suficiente nunca,
era una rama seca que rápido convergía en cenizas,
cenizas que nunca daban la talla para invocar un fénix.
Pero ahora la felicidad me ha quitado aquello que te enseñan de pequeña en casa
y llevas en la espalda hasta el final,
lo que no se olvida he perdido
y, corriendo desnuda hacia el fuego, grito
"aún puedes quemar más".

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