113.6

Sigo recitando tu nombre en mi interior,
invocando tu figura
con cada hora coincidente.
Con esperanza de pescador 
en una piscina de aire,
lo intento como por primera vez.
Han vuelto a ser las 20.20.

Nunca me encontré tan indecisa como ahora.
Dudo si maldecir o bendecir los recuerdos.
Por las noches no se aguantan,
por el día duelen menos.
Si miro las palmas de mis manos
aún veo tu pelo entre mis dedos.

Si me niego a aceptar la pérdida
es porque aún conservo algo de fe,
porque sé que una crisálida
tiene que esperar para crecer.

Me enseñaste todo sobre trenes
y me quedé con lo imprescindible:

cuando alguien se va de viaje,
solo te queda escribirle.

-Lia Versarte

Comentaris