El amor
te exige ser de muchas maneras,
te impulsa a explorar tu polimorfia,
lo hace.
Amabilidad sin peloteo,
serenidad activa,
felicidad sin éxtasis,
racionalismo entero,
sensualidad sin seseo.
Atención sin control,
compasión sin arrastre,
complicidad con secretos,
romanticismo sin pasarse.
Y la valentía, ¿dónde está?
no existe.
Dos humanos se unen sin acuerdos,
excepto quién pasea el perro,
qué canal poner,
ducha o bañera,
agua fría o caliente.
Todo eso y poco más,
no se acuerda ser valiente.
El género no es tampoco un acuerdo,
Con los animales lo vemos fácil.
¿Perro o perra?
Y al bajar la mirada,
se sabe,
perra.
La apariencia engaña,
es la demostración del hecho,
su identidad se conoce al ver su sexo.
Dos humanos que nunca decidieron enamorarse,
sino que lo hicieron,
caminan descalzos y sin ropa
entre miradas de desprecio.
Sin armas
entre excusas,
sin armas
entre opiniones confusas.
Agresiones y odio
por una unión sin previo acuerdo,
por dejar fluir un sentimiento
y diferenciar tanto de sexos.
Siempre estará por encima
el concepto persona,
siempre será lo más fácil
asimilar la norma,
y las calles no repiten los gritos de los que oprimen,
no restringen acceso.
No somos caperucita,
el camino de vuelta a casa
debería ser sereno.
¿Quién va de mi mano,
quien obtiene mis besos,
quién alberga mi cama,
quién conoce mis risas,
quién,
quién,
quién,
quién les ha contado este cuento?
Hay magulladuras intapables con maquillaje,
heridas subcutáneas,
choques que impactan,
que colisionan aboyando el interior,
trenes de corta distancia
con viaje al centro del corazón.
Ni la carne ni el pescado,
la lechuga,
verde, sana y fresca,
muy fresca.
Y no es guerra, solo lucha,
y no es fobia
es asco,
es la inquisición de libertades,
obviar la semejanza de los iguales,
los humanos que al juntarse
abandonan su valentía
para mostrarse ellos
olvidando cadenas, cuevas y armarios,
destruyendo el género binario.
—Vers[Arte]
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